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INTERMODALIDAD: DEUDA PENDIENTE

  • Foto del escritor: Profe en Bici
    Profe en Bici
  • 9 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

Hace unos días EL tema en materia de ciclismo urbano fue la designación de la flamante directora de movilidad y bicicleta; tema ampliamente discutido en todos los foros, sobre todo los virtuales, y al que también le dediqué una entrada en este sitio. Fue allí mismo donde señalaba, para ocupación de la funcionaria, una de las deudas pendientes que nos ocupan y preocupan a quienes nos movemos en bici por la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores: la intermodalidad.


Todos estamos de acuerdo que para hacer una ciudad más humanamente habitable, una de las medidas que los gobiernos deben aplicar es desalentar el uso del automóvil, propiciando el uso del transporte público, la movilidad en bicicleta y la peatonalización de más zonas, antes ocupadas por los autos.


Nuestra ciudad viene dando pasos acertados en este sentido: la implementación de vías exclusivas para colectivos (metrobus), la extensión del sistema "Ecobici" con más ciclovías y estaciones (lamentablemente no todas conectadas y, en general, concentradas en la zona noreste de la ciudad), la peatonalización del microcentro y de algunas esquinas de varios barrios porteños. Queda mucho por hacer: el subte es uno de nuestros mayores déficits, entiendo yo que al no ser una obra visible, tiene poco o ningún rédito político, y en nuestro país del corto plazo, cuando no de la inmediatez, ningún gobierno de turno está dispuesto a pagar ese costo; otra de nuestras deudas es la implementación de un serio sistema de movilidad intermodal.


Es cierto que la cartelería de la ciudad apuesta a la combinación de distintos tipos de transporte, indicando en las estaciones de la mayoría de los medios de transporte qué otras opciones para moverse tiene el usuario al descender allí. Así, por ejemplo, alguien que tome el metrobús desde zona norte hacia el centro por Av. Cabildo, encontrará en la cartelería de la parada, las posibles combinaciones con el subte o con las estaciones de Ecobici que encontrará en el camino. Sin embargo, cuando uno quiere recurrir al uso de la propia bicicleta, las opciones son menores. Hoy está prohibido el ingreso al subte con cualquier tipo de bicicleta, incluso las plegables, que bien pueden ocupar menor espacio que un bolso o valija mediana, lo que hace que uno piense dos veces cómo va a llegar del punto A al punto B. Ni hablar de la posibilidad de contar con algún espacio en los colectivos.


A los que queremos aprovechar algún tipo de intermodalidad, nos queda recurrir al tren, con sus vagones especiales para cargar nuestra bici, y en general, acortar algunas distancias. En mi caso, por ejemplo, cada lunes hago el siguiente recorrido: desde Colegiales a San Cristobal pedaleando, donde me esperan las primeras horas de clase. Al mediodía, también a fuerza de pedal, desde San Cristobal a Retiro, para subirme con mi bici al tren Mitre que me lleve hasta Acassuso, donde tras un par de horas de clase, vuelvo sobre la bici, derecho por Av. Santa Fe y Av. Cabildo, hasta casa.


Tenemos la surte que nuestra ciudad no presenta grandes desniveles y aún es pequeña para hacerla en bici; a un ritmo tranquilo, podemos recorrerla de punta a punta varias veces al día sin mayores dificultades, pero siempre es mejor tener más opciones, que por ejemplo nos puedan ahorrar en un día de lluvia, no sólo algunos kilómetros, sino llegar empapados a destino.


Hay algo lindo en la experiencia de encontrarse con otros ciclistas urbanos en el furgón del tren. Creo que es deseable crear más espacios en donde se pueda contagiar la camaradería que allí se respira. Mientras tanto...


¡Buena rodada!




 
 
 

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