COMIENZA EL TOUR
- Profe en Bici

- 1 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Por estos pagos del sur de América el tour viene a condimentar el frío del invierno, y si hay un recuerdo que se me cae siempre en estas fechas, es el de las mañanas en casa de mis abuelos, pegado a la pantalla de un pequeño televisor, con unos mates cerca y algo rico para comer, siguiendo la carrera. En una tierra como la Argentina, en donde el fútbol cubre casi todas las esferas, y Messi se lleva muchas páginas en los diarios, incluso cuando hace cosas que no tienen nada que ver con su deporte, como casarse por ejemplo, seguir los derroteros del ciclismo por el mundo, era indicio de ser un tipo raro. Por suerte nunca me importó.
Hoy el ritual se repite. La carrera ha cambiado un poco, y todo parece indicar que la nube del doping ya no está oscureciendo el Tour, aunque el estigma ha quedado y uno no se saca del todo la cara de sospecha. Mi vida ha cambiado también: ya no es la casa de mis abuelos el escenario, sino junto a mi esposa, otra amante del ciclismo, al menos del urbano, en nuestra casa; los mates siguen ahí cerquita.
Y mientras arranca una contrarreloj individual debajo de una llovizna tenue, y yo recuerdo estas cosas, me pregunto que tiene una competencia como esta para enseñarnos a los que no nos subimos a una bici para ganar una carrera sino para trasladarnos por nuestra ciudad. Y la respuesta me llega sola cada vez que levanto la vista de la pantalla de la notebook a la pantalla de la tele: la magia y belleza del paisaje marida mejor junto a una bici que desde un auto. Y aunque cuando pedaleamos en las ciudades no pretendemos ganar el Tour, lo cierto es que llegamos antes que si recorriéramos la misma vía en auto.
Con estas dos ideas me despido, mientras me sumerjo de lleno en las imágenes de Francia, los deportistas y sus bicicletas.
¡Buena rodada!


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