SALÍ VEINTE VECES, Y NO HABRÁ VUELTA ATRÁS
- Profe en Bici

- 21 jun 2017
- 2 Min. de lectura
Hoy fue un día absolutamente otoñal en esta querida Buenos Aires. Lluvia, frío, algo de viento, calles húmedas, muchas hojas amarillas por las calles... Escenario ideal para quedarse en casa, leyendo un libro y tomando unos mates.
Pero mis ganas de innovar los modos de evaluación en mis clases, me empujó a la necesidad de conseguir unos cables y adaptadores para poder conectar mi notebook a los televisores o proyectores de los distintos colegios en que trabajo, y utilizar una herramienta/app de la que hablaré en poco tiempo. Desde mi casa en el barrio de Colegiales, tuve que ir hasta el microcentro porteño primero, y luego a unas oficinas del barrio de Congreso.
Caía una suave llovizna cuando comencé a pedalear y, para ser sincero, temía que se intensificara. Había tenido la precaución de verificar en mi celular el pronóstico y la probabilidad de lluvia para las próximas horas, pero en estas cosas, "uno nunca sabe", diría el maestro Fontanarrosa.
Lo cierto es que, sorteando el tránsito que comenzaba a intensificarse, con la hermosa sensación de dejar atrás a cientos de autos varados en los innumerables embotellamientos que ocurren a diario en la ciudad, en unos 45 minutos estaba en el microcentro; en 10 minutos más estuve en las oficinas próximas al Congreso, y en otros 45 minutos, de vuelta a mi casa. No tuve que preocuparme por dónde estacionar el auto, ni por qué calles tomar para evitar el alto tránsito, ni por el costo de la nafta, ni por ninguna otra preocupación propia de quienes se mueven en auto. ¡Y fue fantástico!
Mientras volvía a casa, con la alegría de quienes disfrutamos de desplazarnos en bici, el pensamiento del título se me cruzó por la mente: bastan unos 20 viajes en bici, para descubrir que es el mejor medio de transporte en la ciudad, incluso en días otoñales como el de hoy. Es cierto que algunos de sus beneficios se perciben desde el primer viaje, pero todo eso se intensifica cuando las piernas se han acostumbrado al pedaleo y los reflejos se han habituado al ritmo de las calles. Sólo hay que vencer la fiaca de las primeras veces, en donde la bici corre con la desventaja del esfuerzo físico, el frío, y alguna otra contra más de la que hablaremos en otro post.
La promesa es que luego de esas 20 veces, tomar la decisión será muchísimo más sencilla, y la bici gana por goleada. Garantizado.

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